Finalmente la noche cayó sobre Venecia, era hora de salir de su
escondite e ir al encuentro de Giuseppe Orsinni. Se enfundó su vestimenta,
negra, como lo era aquella noche, negra, como su alma, negra, como lo había
sido desde hacía siete meses, dos semanas, cuatro días y aquella noche.
Desde el mismo momento
en el que aquellos exaltados entraran en su villa de Campania, mataran a su
madre, a su padre, violaran a su mujer delante de sus hijos para finalmente
colgarlos en el patio.....
Pero aquellos desalmados
cometieron tres errores, el primero, cruzarse en la vida de Aquille Mancinni,
el segundo, no asegurarse de que la cuerda que estrangulaba su cuello cumpliera
su función y el tercero, dejar pistas de su camino desde Campania hasta
Venecia.
Ahora Aquille Mancinni,
tiene que hacer honor al lema de su casa: "Nemo me impune lacessit",
nadie me hiere sin castigo. Y vaya si lo hará, por fin ha localizado a esa
chusma, campa a sus anchas por Venecia, o lo que queda de ella. Y que mejor
lugar para entregarse a una orgia de sangre y sed de venganza que una ciudad en ruinas en un mundo en
ruinas.....
Ahora toda la ciudad es
su coto de caza, desde el campanario de San Marco, hasta el puente de Rialto,
pasando por el palacio Ducal, Santa María de la Salud y la iglesia del
Redentor....
Pero son muchos más que
él los peligros que acechan tras las esquinas y se esconden en la oscuridad, de
modo que esta noche se encontrara con los autodenominados Patricios, facción
que le proporcionara los recursos suficientes para llevar a cabo su
venganza......
Ya es la
hora y Giuseppe se acerca entre las sombras escoltado por la guardia de la
ciudad.
¿Por qué los
patricios?
Cuando
me plantearon este reto, fue una de las facciones que se me dio a elegir. Tras
un vistazo rápido a todas las demás, no tarde mucho tiempo en darme cuenta de
que tenía que hacerme con los Patricios.
Lo
primero que me llamó la atención de ellos fue su estética, como no. No sabía si
eran buenos o malos en el juego, pero cuando vi esos trajes y vestidos
clásicos, sentí unas irrefrenables ganas de pintarlos. Esa cantidad de
detalles, tales como mascaras, ornamentos, botones..... La guardia de la ciudad
me gustó desde el primer momento.
Luego,
leyendo un poco sobre su trasfondo, me terminaron de gustar aun más, esa lucha
casi a la desesperada por conservar sus riquezas, posesiones, privilegios, y
estilo de vida en un mundo que sin orden
y en ruinas se va al garete.
¿Que
más se puede pedir? Una facción que rezuma clase, estilo y tiene el dinero
suficiente como para reconstruir Venecia mil veces, simplemente inmejorable,
merece estar en un lugar de honor en este "Carnaval Atalayo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario